jueves, 3 de abril de 2008

Equivalencias

Fin de semana. Fiesta de tres días en el campo. Excesivas horas (dice mi cuerpo) jadeos, risas, fusil y copas. Repentinamente me acuerdo de ti, de alguien que se ha exhibido en la medida en que cree que la he invitado a hacerlo cuando no sabe del convencimiento que ostento de que la más válida y deliciosa exhibición es la que no ha sido solicitada.

Y me he alejado desoyendo voces que llamaban mi nombre, y mis sobrenombres.Y he pedido a la dueña de casa algo para garrapatear algunas letras que dicta algún costado de mi y que encerradas en papel conservaré en el bolsillo de los jeans y serán leídas por ti en días próximos, cuando me haya alejado de este paraíso improvisado, precario y que por las trampas que tiene más se parece al infierno.

Y me he sentado encerrada, sola, aparte, y he recogido los jirones del chifón que has rasgado de tus vestidos y he visto tus piernas y el color de tu pelvis, y me he quedado mirando por la ventana a unas vacas que inmóviles soportan el duro frío (hay –2º C afuera) a la espera (aguardan como yo) a que el sol ejerza una vez más, que no es poco, su diaria y milenaria rutina, la señal de que comenzó el dia y para mí el fin de la vigilia, la desaparición (no veo otra forma de lograrlo, ahora) de la visión de tus nalgas y de la percepción del calor que emana de tus pechos, la señal de que podré descansar, harto de imágenes y de voces en mi cabeza y cansancio, hasta el anochecer.

Es notable que solo recuerde de tu extensa riña –siendo que es reciente- tu valentía en mostrarteme desnuda (que además denota un sentimiento hacia mi, que no puede menos que conmoverme, y esa decisión tuya que siempre la intuí), el dolor que te causaron mis líneas agrupadas en un pedazo de libro y tu amor (compartido conmigo) por el flamenco y el tango. Pienso en ello y encuentro en ambos un elemento común: los cojones, el olor destilado de la pasión (de machos y hembras), la tristeza cargada de destellos de acero que laceran el alma.

Finalmente percibo, con un costado de la cara alcanzada por el rojo que anuncia la salida del sol, que he encontrado mi celda donde descansar de cuanto existe tras la puerta que mantengo cerrada y de lo que existe allende a la puerta principal, y del camino, y del bosque: el tiempo que estado aquí una hora más o menos, ha juntado las paredes de mi celda poniendo tus piernas por techo: las vacas, tus senos, el molino, la noche negra, el fío exterior que es igual al de mi interior, tu pelvis rosada ...

Un calor nacido de la extraña mezcla de la incipiente excitación, la nostalgia incausada y de mucha ternura blanca y rosa luchan en vano contra mi agotamiento, que es mayor y nacido de agotamientos previos y que me conduce a dejar el lapiz, y recostarme suavemente sobre la cama en que he estado sentado. El diablo que habita en la noche se parece mucho al que habita en el alma de la mujer de manera tal, que sabrás establecer las equivalencias del caso y disculpar así si te he ofendido con mi honestidad lo que me animo a pensar no ocurrirá (por el contrario, creo que alguna tibieza moldeará tu rostro en una sonrisa conocida).

Me voy, mujer, a mi celda, mezcla de la naturaleza que me rodea y de ti, que me rodeas sin que la naturaleza se percate.

1 comentario:

arcgabriel dijo...

Bueno (checa los simbolìsmos mi querida A) el arcàngel les grita que vayan a reprimir su homosexualidad a otra parte, porque a su paso, le clavan de nuevo la espada de la que luchaba por librarse y que lo tiene clavado al suelo ¿què tal? no puedes negar que a nivel inconsciente es un chingadazo!!!

QUÈ BUENO QUE YA ANDAS DE NUEVO POR AQUI.

SALUDOS.

Ironía, sarcasmo, humor negro, sexo, amor y desamor, cine, libros, música, mujeres, locura, amargura y cosas peores