Mediocre felicidad...

La semana pasada estuve en un buen revén. Me estuve echando un buen”rock”, acá, con dos tres pasitos bien “riquicuquis”. De pronto, comencé a encontrar rostros lejanos, de esos que no se han visto en un par de años. Pero mi mayor sorpresa no fue esa, sino la escena que a continuación sucedió (escena que por cierto más de una vez aconteció):

Rostro lejano: Orale, qué diferente te ves…te ves súper bien… súper contenta?
Yo Z: Si? Pues, no sé… será mi falda? No la neta, he de decir que me siento súper chido… bien liberada, como hace…nunca.
Rostro lejano: Pero ya estás con alguien, tienes pareja?
Yo Z: No
Rostro lejano: pero entonces… tienes un buen trabajo?
Yo Z: Nombre, tampoco.
Rostro lejano: ah claro, estás en la escuela?
Yo Z: Uy no, no manches, sigo de tesista

Terminado el diálogo, yo solo miraba esos rostros lejanos con un ceño fruncido. Intuyo que el “estoy chido” no bastaba, esperaban una justificación que, evidentemente, yo no tenía manera de dárselas (por eso apliqué la de “qué buen revén”).
Después llegó otro amigo, un cuate que por un buen rato estuvo dando “el rol” por aquí y por allá; llegó con una vibra increíble, un monociclo y con la buena nueva de que es cirquero. Todos, nos quedamos con cara de “qué chido, pero... qué tranza contigo N”; sin embargo, detrás de N varios opinaban: “pobrecillo de N, ahora sí que está perdido”

Hoy, rememorando ese par de escenas, me reafirmo que a veces parecemos incapacitados, pues sólo sabemos apreciar la felicidad ajena cuando ésta es cuantificable, cuando ésta cumple con los requisitos del “ser feliz”, porque cuando alguien no los cumple, de inmediato es canalizado al rango de la mediocridad…

En fin, concluyo que como nunca antes, mi vida por fuera se mira perfectamente mediocre, pero al mismo tiempo, como nunca antes, mi vida por dentro, la miro y la vivo con mi todo…

Hedonista yo? Simplemente he aprendido a disfrutar de mis días…