martes, 16 de octubre de 2007

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Ella es la reencarnación de una bestia, pero los 23 años que ha usado un cuerpo humano no le han dado apariencia civilizada, Nekane sigue siendo salvaje, arisca, siempre a la caza o a la defensiva.

Su alma extrañamente ha conservado todos los dones de sus antiguos cuerpos, así que sólo su materia se renueva, y su carga espiritual es más densa y también más fuerte con cada nuevo nacimiento. Esa fortaleza espiritual nunca fue tan notoria como en su actual cuerpo y nunca antes ella estuvo tan conciliada con su naturaleza al punto que hoy, conforme la descubre, la utiliza.

Descubrió por ejemplo a los cinco años, que si bebía lagrimas sinceras, su capacidad de leer corazones se prolongaba algunas horas, si las lagrimas eran provocadas por ella, el efecto duraba un día completo. Así fue como supo que su madre no la amaba y luego supo que no era en realidad su madre. Lo que hizo después, fue una inversión a largo plazo, por que la carencia de una madre no es comparable con todo lo que aprendió leyendo en los corazones humanos -por varios meses- que duró el llanto de su padre. Así lo hizo y no se arrepintió mientras besaba las lágrimas en las manos que cubrían el rostro atormentado de su padre, por que esas gotas saladas le dieron el poder para sentarse en el balcón de su cuarto, y ser solo una callada y atenta observadora a los corazones de los hombres y mujeres que cruzaban la calle delante suyo, primero puso atención a cada palabra; ‘ pobre huérfana, sin madre, que si a su madrastra la mataron los perros, que ninguna bestia pudo desollar su rostro y sus manos, que si el anima de su madre verdadera vino a vengar la infidelidad, que si solo un demonio podría haberla colgado de ese árbol, que si es la hija de un doble asesino, que sólo dios sabe lo que paso ese día, que mejor cerremos bien las puertas y ventanas..’’

Con el paso de los días cesaron las especulaciones y las preguntas sobre la tragedia, y ella pudo posar su atención y energía en los sentimientos ordinarios especialmente en aquellos que ignoraban su presencia y permanecían en el dialogo de sus entrañas. Y conoció a la humanidad, sus más profundos deseos, sus ambiciones, sus miedos, adquiriendo en muy pocas lunas, el arma más poderosa que no obtuvo en sus 8 vidas, y en esa prolongada lectura cotidiana, discernió la verdad del hombre, no la mascara que usan para ser parte del mismo circo. Descubrió donde alberga cada uno su verdadero yo.

El horror y la posterior digestión de su descubrimiento, la mantuvo callada por mucho tiempo.

A los 9 años habló de nuevo, nunca sus dos nodrizas o su mismo padre fueron tan felices, al menos no en esos cuatro años de silencio, y la algarabía de las mujeres de la casa sepultó sin remedio el matiz oscuro de su primera frase: ‘dame-la-sangre-de-esa-gallina’. La levantaron en brazos para llevarla con el ministro que era indicado para hacer una ofrenda en gratitud a semejante milagro; las lagrimas que corrían por las mejillas de las ancianas, que esta vez no eran de dolor, sino de gozo, amansaron a la bestia de los interiores, y las usó para leer una vez mas los corazones, ahí se enteró que en el de su padre no cabían remordimientos, que no necesitaba mas familia que su hija, y que en ella pagaría sus errores; Nekane fue feliz y se sintió satisfecha por algún tiempo alimentándose de la experiencia -servida a su mesa en tres tiempos- por la respectiva nana que llegaba a cuidarla y mimarla como si en verdad ella fuera solo una niña.

Hablaba poco, pero sus palabras no podían ser ignoradas, de la misma manera, ella no aceptaba quedarse sin respuesta; ‘’beber sangre es un terrible pecado’’ dijeron algún viernes en la noche, pero cuando ella preguntó: ¿por qué beben la sangre de dios? Algunos invocaron santos nombres, otros rieron, y la diaconisa con serenidad respondió que bebían la sangre de dios para ser libres de pecado.

-¿por qué te libras de pecado al beber su sangre?

-porque él es santo

-¿sin pecado?

-si, sin pecado

La respuesta la satisfizo a tal punto que por varias noches no pensó en otra cosa, su obsesión con la transferencia mediante la sangre fue tal, que al momento de ir a dormir, comparaba a Tahir -la preferida y mas joven de sus nanas- con ella misma, el resultado era obvio, Tahir era como una diosa, sabia y llena de poder; codicio su fortaleza y muchas noches estuvo tentada a hacer cortes en su piel, pero no fue la misericordia, sino el instinto de supervivencia, lo que la hizo (por pocos años) contener sus curiosidad por el sabor de la sangre humana, sabía que sus apetitos debían permanecer ocultos, que nadie estaba preparado para comprenderla, ni para conocerla, de manera, que se sintió una niña muy sola cuando vaciaba el cuerpo de algún ave desde el cuello, o de algún conejo, siempre con cuidado de lanzar los cadáveres al canal que, llegando al río terminaría lo que ella comenzó. Cada vez que bebía ella se sentía más ligera, más veloz, más graciosa, y los juegos de las niñas de su edad estaban lejos de figurar en sus intereses, le parecían absurdas, gastando el tiempo en vestir y desvestir muñecas sin vida, juntando semillas de los graneros y fingiendo alimentarse las unas a las otras. Prefirió en cambio, asistir y siempre de muy buena gana a ese templo todos los viernes en la noche -con Tahir-, cuando abrigaban y alimentaban a menesterosos de los alrededores.

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